Estrategia, de la Misión a la Visión
Todos los negocios tienen en mente lograr sus objetivos, y es por eso que resulta relevante establecer una Misión real (Que, Como y Donde se encuentra la empresa actualmente, exponiendo sus virtudes, alcances logrados, posicionamiento, cualidades, naturaleza, entre otros puntos) que le permitan establecer el punto de inicio, para la búsqueda de nuevas metas, que se expresan en su Visión.
Pasar de la Misión a la Visión, requiere de una transformación evolutiva, que constituye un trazo definido y claro, y cuya resultante es la o las estrategias que deben de seguir para que ese proyecto de futuro pueda hacerse realidad en un entorno de sostenibilidad y sustentabilidad.
En todos los negocios, la Misión debe ir modificándose conforma a los logros que se vayan alcanzando durante ese proceso de transformación. La misión no evoluciona, entonces se da como una probable causa, que la Misión estaba equivocada, la Visión no era realista o simplemente fue la respuesta a un párrafo requerido de llenado para lograr una certificación.
Más allá, de lo que puede haber puesto en blanco y negro, dentro de la organización, existe siempre objetivos o metas que alcanzar, fuera de un contexto formal o formativo, y que impulsa a realizar esa transformación.
Por supuesto que la Visión debe tener un alcance en un periodo determinado y nos sólo un deseo generoso e inaccesible. Esta visión debe contemplar logros que sean compatibles con la cultura, compromiso, pertenecía y competencia de todos los colaboradores, y que estos entiendan ese camino evolutivo, sus retos y sus desafíos, haciendo constar que la transformación genere en cada uno de ellos la necesidad de mejorar y progresar en el sentido que el negocio pretenda, y cuyo desarrollo, sea en beneficio visto desde todas las aristas de la organización.
La estrategia, en sí, constituye ese camino de cambio hacia el objetivo, y las ideas, precepciones y deseos se deben conjugar en un proceso objetivo, positivo, comprometido y realista, aunque debe asumir retos con riesgos controlables, y no querer abrir la Caja de Pandora con la finalidad de que el deseo buscado, se vuelva una causa inalcanzable, con efectos contraproducentes.
En la consideración de que la Misión y la Visión san correctas y viable, el siguiente paso es trascendental: Establecer la estrategia correcta con las tácticas necesarias. La estrategia que son las acciones inteligentes y de buen juicio encaminadas a lograr un fin, conlleva el desarrollo de tácticas (los métodos y procedimientos para ejecutar la estrategia dentro de un modelo predeterminado), deben tener la habilidad de fortalecer las acciones a llevarse a cabo. Exige la necesidad de conformar un sistema holístico y por supuesto, visionario.
Las tácticas deben funcionales, operativas y pragmáticas, y evitar eufemismos que sólo decoren el camino, pero que generen valor al tránsito de la ruta estratégica, y se desvíen del resultado esperado.
Se debe promover la productividad, la calidad, la eficiencia, el cambio cultural y la formación de competencia y la aptitud, en un entorno de bienestar y de actitud positiva, abiertos al cambio, enfocados a los objetivos establecidos en todos los ámbitos del negocio.
Actualmente, el uso de la tecnología facilita que los procesos se puedan llevar a cabo con mayor eficiencia y control, y que, de alguna manera, encaminen a que la Visión pueda ser lograble en mejores tiempos y bajo mejores condiciones. El uso de las herramientas disponibles, como son los softwares, automatización, la nube, la inteligencia artificial, la rapidez de la información (Big Data), la robótica, los sistemas de comunicación han contribuido de forma importante con avances exponenciales a que los objetivos se puedan alcanzar, demostrados por los recientes eventos y que generan la disrupción, que puede estar asentada en la estrategia como mecanismo de certidumbre que mitigue la vulnerabilidad y la complejidad en el trayecto hacia el resultado.
Y de igual manera, es importante hacer mención del mantenimiento del clima laboral saludable (“la salud mental de la organización”) que permita un ambiente propositivo, racional y resiliente que minimice las acciones redundantes, el conflicto de intereses y la pérdida del camino y congruentes con los valores de la organización y la sustentabilidad.